Por Alejandro A. Morales
TORONTO. Una vez más en el transcurrir de nuestra vida ciudadana nos acercamos a lo que los expertos llaman un período eleccionario. Dentro de breves semanas tendremos la oportunidad de elegir miembros de la Asamblea Legislativa de la provincia de Ontario y posteriormente la composición de nuestras municipalidades.
Su importancia en nuestras vidas no puede ser ignorada. De acuerdo con la estructura política y constitucional de Canadá, las provincias poseen la facultad de decidir en materias tan importantes para nuestros adultos mayores como la salud, la vivienda social, la educación, además de transferir fondos a las diferentes municipalidades quienes deciden sobre el transporte público y numerosas situaciones que definitivamente afectan nuestras vidas.
Es por eso que, una vez establecida la importancia del proceso, nos preocupa conocer cuán importante es el sector de la tercera para las diferentes posiciones políticas. ¿Somos los adultos mayores, cuyas necesidades son ampliamente conocidas por toda la población de la provincia, lo suficientemente importantes para que los partidos políticos nos consideren en sus plataformas políticas? Este cuestionamiento necesita una respuesta clara. No bastan las promesas o las declaraciones que no llevan a nuestro grupo etario a mejorar nuestra calidad de vida.
Hay quienes opinan que los partidos políticos se olvidan de los adultos mayores, claramente porque dicho grupo no es atractivo en el sentido de captar nuevos votantes. Es importante tener en cuenta cual es el porcentaje de votación que representa la tercera edad en el padrón electoral, especialmente cuando la tendencia de una mayor longevidad hace que este grupo este creciendo demográficamente en forma continua, como ha sido demostrado en cada censo poblacional.
Sin embargo, en muchos casos pareciera ser que los adultos mayores están totalmente invisibilizados, no forman parte de las estrategias y no son un objetivo de éstas, como sí lo son los jóvenes y las mujeres que pueden decidir una elección. No podemos ignorar, por otra parte, que nuestros adultos mayores en general evidencian una mayor predisposición en acudir a las urnas electorales. Pareciera ser que los adultos mayores son más “disciplinados” y acuden a votar en bloque, lo que constituye una gran brecha entre los electores jóvenes y las personas mayores.
Todo lo anterior exige un análisis más acucioso en lo que respecta a la tercera edad que, teniendo derecho a emitir su voto, forman parte de nuestra sociedad como gente que ha llegado a este país como inmigrantes o, en algunos casos, como refugiados. Y vale la pena establecer cuán “integrado” nuestro grupo latino-hispano se encuentra en urbes como Toronto y otras ciudades de la provincia. El factor lingüístico pudiera tener una influencia, aún no determinada cabalmente, para impedir decisiones como la de emitir un voto.
Hay otros factores que también juegan un rol importante en el momento de las decisiones del electorado. Existe un grupo que no goza de mucho prestigio, que de alguna manera sigue influenciando el proceso electoral. Para identificarlo se usa el término en lengua inglesa de “lobby” o cabildeo en nuestra lengua castellana. Los encargados del lobby dividen el electorado en franjas de edad, las que constituyen verdaderos “grupos de presión”. Por ejemplo, los jóvenes se interesan mayormente por el estado del sistema educacional o la formación profesional, ya que su interés está dirigido a ese aspecto por razones obvias.
Así también, la viabilidad de las pensiones o la vivienda social subsidiada son temas de interés general para los actuales pensionados, lo que los hace más atentos ante posibles subidas o bajadas de su fuente de ingreso. Bien puede constituir este un factor importante en el momento de las decisiones, especialmente si son los mayores de 65 años los que menos abstención presentan y así se espera que el debate político debe girar sobre temas que le afecten.
Si tornamos nuestra mirada hacia otro problema en nuestro grupo de habla hispana, debemos mencionar el abstencionismo (de la voz latina “abstentio”), lo que no produce efecto jurídico alguno, pero que puede ser considerado como la exteriorización de una determinada voluntad. Muchos entendemos que el votar es un deber cívico y moral ya que estamos usando el baluarte de la vida democrática: el voto. Por tal razón, debemos asistir a nuestra comunidad a utilizar métodos simples que ayuden y empoderen nuestros mayores a entender, participar y utilizar las elecciones como un arma que se traduzca en estructurar y solidificar una mejor calidad de vida.
Para comenzar, aquellos que se reúnen en grupos fundamentalmente con fines recreativos, debieran dedicar algunas de sus reuniones para hacer un análisis de las plataformas ofrecidas por los partidos políticos y sus candidatos. Invitar candidatos, comparar sus ofertas políticas, identificar el interés en el voto de la tercera edad dejando a nuestra gente decidir personalmente o como grupo a votar por el partido o candidato que auténticamente intenta representarlos. Y no olvidar tomar notas, para cuando vuelvan en el futuro a golpear nuestras puertas.