El estudio fue realizado por la Comisión de Salud Mental de Canadá, y fue obtenido por los medios canadienses. El reporte encontró que los inmigrantes llegan generalmente con una mejor salud mental que la población de origen canadiense – algo que se conoce como el “efecto del inmigrante saludable”.
Sin embargo, su condición tiende a deteriorarse con el tiempo, y debido a que no reciben ayuda por el estigma de la salud mental, por miedo a ser expulsados del país, o por la falta de tratamiento que satisfaga sus necesidades culturales o de idioma.
Los refugiados que sufren de trastorno de estrés postraumático, la ansiedad o la depresión son aún más afectados por la falta de acceso en los servicios de salud.
El informe dice que Canadá debe desarrollar “urgentemente” una estrategia de salud mental destinada a impulsar la aceptación del servicio, sobre la base de la equidad.
“Al trabajar para reducir las disparidades en el acceso a los servicios, la adecuación de los servicios utilizados, y los resultados de salud mental, Canadá puede reducir los costos generales del sistema”, concluye el informe.
La falta de acceso al tratamiento temprano conduce a visitas a urgencias que son más caras o a los ingresos hospitalarios. También hay efectos económicos indirectos, tales como la pérdida de productividad y los costos para el sistema de justicia penal