Por Alejandro A. Morales
TORONTO. Hoy en día estamos conscientes que como virtud de una prolongada vida debido a una medicina más avanzada y el hecho que los adultos mayores hemos finalmente prestado oídos a los consejos de llevar una vida más sana cuidando de nuestra salud, las personas de la tercera edad podemos aún disfrutar de una vida más activa después de nuestra jubilación.
Universalmente en la mayoría de nuestros países esto ya tiene un nombre: envejecimiento activo. Quienes intentamos una labor activista entre nuestros congéneres hemos realizado actividades que le permiten al adulto mayor tomar conciencia de sus capacidades y la noción de que todavía le quedan algunos años en los que usando la sabiduría adquirida en una larga vida puede disfrutar de ella y olvidarse de las dolencias típicas de la edad.
Es, por tanto, necesario mantenernos en lo posible en un buen estado mental y físico. Esto requiere que prestemos atención en evitar el sedentarismo que a nada positivo conduce y nos embarquemos en acciones que fomenten una vida placentera y productiva. Hay que evitar el caer en situaciones depresivas debido que al retirarnos de las actividades laborales hemos dejado de ser productivos y nos aislamos del mundo que nos rodea.
En estos días hemos asistido a una sesión facilitada por un profesional de fusta como el doctor Luis Fornazzari, un neurólogo reconocido por académicos y profesionales en Canadá y otros países. La salud mental es de extrema importancia para la gente de la tercera edad. La amenaza de enfermedades crónicas como el Alzheimer y la demencia son una dura realidad verificada estadísticamente. Sin embargo, aún cuando nos enfrentamos a situaciones que hasta ahora son incurables, hay medidas preventivas que se han desarrollado y la investigación realizada en esta materia arroja algunos progresos dignos de ser considerados.
Por tal razón, es muy importante para nuestros adultos mayores participar en actividades que nos hagan sentir de que todavía tenemos energía para utilizar nuestra mente y nuestras capacidades físicas. Las posibilidades son múltiples, aunque entre ellas destaca una que puede proveer muchos beneficios a quien las emprenda. Participar en un grupo de teatro es una excelente opción que nos permite permanecer activos fundamentalmente en lo mental y lo físico al mismo tiempo.
¿Cuáles son estos beneficios? Uno de ellos y, talvez, el más valioso es el de estar en contacto con otras personas, probablemente de diferentes estatus sociales, aunque con intereses culturales e intelectuales similares. El contacto con otras personas, sean o no de nuestra edad, ayuda en general en conocer gente, intercambiar ideas, compartir aspectos de nuestras vidas sociales y así, créanlo o no, olvidarnos de nuestras dolencias y achaques, las que nos hostigan con intensidad cuando nos encontramos aislados en nuestro hogar.
Probablemente estaremos de acuerdo. Subir a un escenario no es tarea fácil, especialmente cuando se hace por primera vez. Enfrentar un número de personas cuya atención está concentrada en lo que decimos o hacemos en la presentación de la obra teatral nos atemoriza y en ocasión nos avergüenza.
Para evitar lo anterior, hay muchos ejercicios que se utilizan para la desinhibición. Los grupos teatrales, especialmente aquellos de carácter aficionado, utilizan ejercicios de mímica, de gestos, además de aquellos de relajación. Es necesario además potenciar la memoria aprendiendo técnicas para mejorarla.
Por otra parte, las obras escogidas para la actuación de los principiantes son de un nivel adecuado, tanto en su intensidad como su prolongación en el tiempo de actuación. Al poco tiempo los participantes en el grupo comenzarán a disfrutar de los beneficios que la actividad engendra y que creará relaciones gratificantes, muchas veces con personas de otro entorno, las que aportarán elementos que enriquecerán sus vidas.
Mi corta experiencia teatral durante mi juventud (una sola obra y pocas actuaciones) me dieron una energía y capacidad enorme en el resto de mi vida. El pavor de estar frente una audiencia de unas 100 o más personas fue siendo superado con cada actuación. Nos dimos cuenta de que la audiencia concentrada en nuestra actuación dependía de nuestra habilidad y de pronto éramos el centro de la atención, además de nuestra capacidad de hacerlos reír o entristecerse. Mi capacidad de hablar en público, que anteriormente me aterrorizaba, fue lentamente superada.
Aprovecho de recomendar un par de obras teatrales actualmente en cartelera en nuestra ciudad (incluyendo a mas de un adulto mayor en ellas). Una de ellas es “Opción Múltiple” del dramaturgo mexicano Luis Mario Moncada, dirección de Luis Rojas, Grupo Teatro Libre, Casa Maíz Cultural Centre, (11 y 12 de mayo en la biblioteca de 560 Palmerston Ave). La otra se titula “Ramón-Ramón” por la Compañía de Egresados de Teatro de la Universidad de Chile (sábado 11 de mayo en el George Ignatieff Theatre ubicado en 15 Devonshire Place, en ambos idiomas). (Fuente: Marina García, experta en tercera edad y salud).