Por Stephen Leahy
ONTARIO. Canadá presentó recientemente una guía de alimentación saludable que, por primera vez, no contiene carnes, lácteos, así como tampoco alimentos procesados ni bebidas envasadas. Siguiendo recomendaciones de especialistas, la propuesta hace hincapié en verduras, agua y en la cocina casera.
Hace tiempo que especialistas alertan de que los canadienses no comen suficientes verduras ni frutas ni granos integrales. La nueva guía apunta a cambiar la dieta para que incluya más legumbres, fríjoles y tofu, y menos lácteos, huevos, carne y pescado. También alerta a los padres de que no le den a sus hijos jugos de frutas con azúcar añadida o productos lácteos azucarados.
“La comida saludable es una parte importante a la hora de tener una vida saludable, y ayuda a prevenir enfermedades crónicas como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y algunos cánceres”, explica una declaración de Theresa Tam, jefa de la oficina de Salud Pública de Canadá.
La nueva guía de Canadá está entre las mejores del mundo, opinó Wayne Roberts, analista de cuestiones alimentarias. “Es comparable con la excelente guía de Brasil con énfasis en alimentos frescos y no procesados”, dijo.
También se concentra en cómo alimentarse, por ejemplo, recomienda la cocina casera y comer todos juntos, además de evitar la comida rápida, destacó Jennifer Reynolds, de Food Secure Canada, una alianza que aboga por la seguridad alimentaria.
Los canadienses gastaron 19.000 millones de dólares en comida rápida en 2017, unos 2.200 dólares al año por familia de cuatro integrantes.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia ubicó a este país en el lugar 37, de 41 Estados clasificados por los alimentos saludables que dan a los niños. Y a pesar de la poderosa industria alimentaria, este año se aprobarán nuevas normas para limitar la venta de alimentos y bebidas poco nutritivas a los niños, apuntó Reynolds.
No solo es bueno para la salud y el planeta cambiar a una dieta con más verduras, sino que es una oportunidad valiosa para reencaminar la agricultura de Canadá, concentrada en la exportación, hacia un sistema sostenible, así como para apoyar a la economía rural y al mismo tiempo atender la inseguridad alimentaria, subrayó Reynolds.
A pesar de ser un país rico, más de uno de cada 10 canadienses no puede pagar, o no tiene acceso, a alimentos nutritivos suficientes como para tener un buen estado de salud, según una investigación de la Universidad de Toronto.
Los investigadores recomiendan diseñar una política alimentaria que reúna a todos los sectores estatales para hacer frente a un problema de larga data. Esta no solo servirá para hacer frente al hambre y a la mala nutrición, sino también a los problemas relacionados con el cambio climático y la caída de la economía rural, apuntó Reynolds.
Además, permitirá hacer frente al enorme volumen de desperdicios que genera el sistema alimentario de Canadá, donde se tira casi 60 por ciento de la producción, según el estudio “La crisis evitable del desperdicio de alimentos”.
Es el primer análisis del sistema de producción de alimentos de Canadá, observó Martin Gooch, director general de Value Chain Management International (VCMI), que ayuda a las empresas a reducir los costos y a mejorar la eficiencia de su cadena alimentaria.
“Quedé sorprendido por la cantidad de desperdicio de esta industria”, dijo Gooch.
La investigación es única en el mundo porque mide el peso mediante un “sistema estandarizado en toda la cadena alimentaria” e incluye todo tipo de alimentos, de la tierra y del agua. Además, incluye datos primarios y se realizó con el aporte de más de 700 especialistas.
La comida que se pierde o se tira en Canadá asciende a la friolera de 49.000 millones de dólares, indicó Lori Nikkel, de Second Harvest, una organización que recoge el exceso de alimentos y los distribuye entre personas necesitadas. El estudio de VCMI concluyó que la tercera parte de los alimentos tirados se podrían “rescatar” para distribuir en comunidades necesitadas.
El desperdicio ocurre en las distintas etapas de la producción debido a la cosecha que se pierde en el campo por la escasez de mano de obra, la caída de precios o las órdenes canceladas.
Otro gran problema es la insistencia de la industria alimentaria en producir grandes volúmenes de alimentos con el menor costo posible en perjuicio de la calidad, indicó Gooch. Cuando una granja pasa a interesarse en la calidad, logra costos menores, duplica el beneficio con la misma o menor producción.
La mayor pérdida se da durante la producción y el procesado de alimentos, concluyó el estudio. Solo 14 por ciento ocurre en el ámbito doméstico.
La etiqueta de “consumir antes de” es otro de los grandes motivos de desperdicio, tanto por parte de los consumidores como de los vendedores. El fechado no tiene nada que ver con la seguridad para el consumo. Las empresas pueden poner la fecha que tengan ganas, pues no hay normas ni regulaciones al respecto; es una práctica que no existía hace 10 años, puntualizó Gooch.














