Por Alejandro A. Morales
TORONTO. En la vida de los adultos mayores la alimentación juega un rol de enorme importancia. Para comenzar debemos pensar, sin embargo, que cada persona es diferente y requiere distintos tipos de nutrición basada en su edad, su necesidad, pero fundamentalmente su estado de salud.
Es en la tercera edad donde se dan costumbres de alimentación considerados como inadecuados, simplemente porque en otra etapa anterior de sus vidas era necesario echar a mano y consumir para gastar mucha más energía. Por otro lado, hay cambios importantes en la vida de la persona cuando se llega a la tercera edad. Uno de ellos es el metabolismo, como asimismo aspectos físicos y mentales. La vida se vuelve más lenta y desde un punto físico se gasta menos energía y se queman menos calorías generando la necesidad de usar moderación en los hábitos alimenticios para evitar las causas de la obesidad, ya que esta última puede acarrear graves consecuencias en la vida de una persona mayor.
El adulto mayor necesita una dieta que incluya: proteínas, vitaminas y minerales, dependiendo de la persona, lo único que se debe reducir es la ingesta de hidratos de carbono y en particular la de grasas, dulces y toda clase de frituras. La acumulación de grasas en nuestro sistema puede como consecuencia serias enfermedades cardiovasculares.
Además, algo infaltable en nuestra dieta de adulto mayor son los antioxidantes, ya que, en nuestra edad de personas mayores, se dejan de generar células productoras de energía, lo que incrementa nuestro envejecimiento. Estos antioxidantes provocan el efecto negativo de la digestión que son los radicales libres y necesitaremos la presencia de las vitaminas C y E, lo que incluye muchas frutas y verduras.
Por otra parte, debido a un mayor sedentarismo que ocurre en muchas ocasiones por la jubilación, los mayores realizan un menor desgaste, pero esto no quiere decir que su apetito disminuya, lo que les convierte en potenciales víctimas del sobrepeso.
Es necesario además considerar que la población mayor es la que se encuentra en mayor porcentaje en riesgo de aislamiento. Esto hace que en muchas ocasiones aparezcan patologías como la depresión, estrechamente ligada a la soledad en la que se ven inmersos. Todo esto puede tener un gran impacto en la alimentación ya que mantener una dieta equilibrada en esta situación supone un reto.
La depresión lleva consigo una pérdida de la sensación de utilidad, de productividad, escasa autoestima y merma en la motivación por hacer cualquier actividad. Siendo así, si le añades el tener que cocinar para uno solo, realizar las comidas en soledad, y el enorme esfuerzo que supone salir de casa, el deterioro en la dieta de estas personas está garantizado. Así, se forma un círculo vicioso en el cual, a peor alimentación, menores defensas y mayor enfermedad. Es por esto por lo que la alimentación y el estado de desnutrición y deshidratación de algunos mayores podría estar denotando una situación de aislamiento y exclusión.
Para garantizar una alimentación adecuada en la tercera edad la dieta debe incluir:
Grasas: Evitando productos grasos y determinadas formas de cocinar (25%).
Proteínas: Reducir carnes y aumentar pescados. Importante son los lácteos, pero desnatados (20%).
Pasta legumbre fruta y cereales.
Hidratos de carbono (reducidos).
Vitaminas y minerales: cuidar su consumo porque es posible que disminuyan por la exposición al sol en las épocas más calurosas. Será conveniente el consumo de Vitaminas A B C y D ya que son más efectivos que otros suplementos dietéticos. Estos son, frutas, verduras, lácteos, arroz, frutos secos, patatas.
Normalmente se proponen además algunos consejos para garantizar un buen estado físico, donde además de cuidar la dieta, se contemplan otros aspectos:
Realizar ejercicio físico moderado. Las caminatas son la actividad más frecuente.
Dieta equilibrada, similar a la recomendada de cualquier adulto.
Precaución y especial atención en el caso de la existencia de patologías. En tal caso y recomendado por su médico deberán reducir el consumo de sal, azúcares, grasas.
Buenos hábitos en cuanto a frecuencia y cantidades. Cinco comidas diarias.
Saber combinar los alimentos. Desayunos fuertes, y cenas ligeras.
Aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra.
Reducir el aporte calórico, ya que existe menor actividad.
El adulto mayor necesita tener en mente que cualquier ajuste en su dieta ordinaria debe ser consultado con sus proveedores ordinarios de servicios médicos, que incluyen su médico de familia, su dietista y cada especialista a cargo de otras posibles dolencias, además de un centro médico comunitario si allí asiste ordinariamente.
Existe en la actualidad una potente corriente publicitaria a través de los medios de comunicación de ofrecer alimentos y suplementos capaces de operar milagros, tales como reducir peso y eliminar o reducir dolencias de todo tipo. Una consulta adecuada protege de cualquier problema que se pudiera ocasionar. (Fuente: Centro virtual).