Lucía Leal
Washington, 13 mar (EFE).- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, despidió hoy abruptamente a su secretario de Estado, Rex Tillerson, para sustituirle por el director de la CIA, Mike Pompeo, con el fin de rodearse de aliados incondicionales de cara a su próxima cumbre con el líder norcoreano, Kim Jong-un.
Después de casi un año de tensiones con su titular de Exteriores, Trump le cesó de forma fulminante y sin aviso previo, dentro de una remodelación de su gabinete que incluye también la nominación de Gina Haspel para ser la primera mujer de la historia al frente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
“Mike Pompeo, director de la CIA, será nuestro nuevo secretario de Estado. ¡Hará un trabajo fantástico! ¡Gracias Rex Tillerson por su servicio! Gina Haspel se convertirá en la nueva directora de la CIA, la primera mujer elegida para ello. ¡Felicidades a todos!”, escribió Trump en su cuenta oficial de Twitter.
Tillerson no pudo hablar con Trump hasta el mediodía, casi cuatro horas después de que el presidente anunciara su despido, según explicó él mismo a periodistas en el Departamento de Estado.
“Ahora volveré a la vida privada como un ciudadano privado, un estadounidense privado, orgulloso de la oportunidad que he tenido de servir a mi país”, dijo Tillerson, que cedió sus responsabilidades a su número dos, John Sullivan, y dejará su cargo el 31 de marzo tras encargarse de algunas tareas administrativas.
El hasta ahora jefe de la diplomacia estadounidense “desconoce la razón” de su cese y “tenía toda la intención de seguir” en el cargo, aseguró en un comunicado el subsecretario de Estado para la Diplomacia Pública, Steve Goldstein, que también fue despedido después de hacer esas declaraciones.
Tillerson se encontraba de gira en África cuando recibió, la madrugada del sábado, una llamada del jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, quien le pidió acortar su viaje y le alertó de que podría ser citado en un tuit de Trump, según el diario The New York Times.
El exjefe de la petrolera ExxonMobil se convirtió en febrero de 2017 en el primer secretario de Estado en más de un siglo que no tenía ninguna experiencia previa en el sector público de Estados Unidos, y llegó al cargo entre críticas por su amistad pasada con el presidente ruso, Vladímir Putin.
Pero Tillerson acabó siendo la voz más dura contra Rusia en el Gobierno de Trump, y se ganó poco a poco el favor de quienes defienden el papel diplomático tradicional de liderazgo de Estados Unidos y su cooperación en foros multilaterales.
Sus roces con Trump fueron constantes y tuvieron su máximo exponente durante la crisis entre Catar y sus vecinos a mediados de 2017, cuando según informes de prensa, Tillerson pensó en dimitir e incluso llamó “idiota” al presidente.
“No estábamos de acuerdo en muchas cosas. Por ejemplo, el acuerdo con Irán, yo creo que es terrible, y parece que él pensaba que estaba bien”, dijo hoy Trump a los periodistas.
“Con Mike Pompeo tenemos una forma de pensar similar (…). Tiene una tremenda energía, un tremendo intelecto; siempre estamos en la misma onda”, subrayó el presidente.
Trump decidió hacer el cambio ahora para “asegurarse de que tiene a su equipo en sus puestos con miras a las próximas conversaciones con Corea del Norte y a varias negociaciones comerciales”, dijo a los periodistas un alto funcionario de la Casa Blanca.
El presidente aceptó el pasado jueves una invitación de Kim para reunirse en las próximas semanas, horas después de que Tillerson asegurara que Estados Unidos estaba “lejos” de cualquier negociación con Corea del Norte.
Hoy, Trump reconoció que no consultó “mucho” con Tillerson antes de aceptar la invitación de Kim, sino que lo decidió él “solo”.
Pompeo necesitará la confirmación del Senado para poder ocupar el cargo de secretario de Estado, y tendrá el reto de revitalizar un departamento donde la moral ha caído notablemente debido al evidente desdén de Trump y su círculo cercano por el trabajo diplomático.
“Si soy confirmado, estaré encantado de guiar a los mejores diplomáticos del mundo para formular y ejecutar la política exterior del presidente”, dijo en un comunicado Pompeo, un excongresista ultraconservador conocido por su lealtad sin fisuras a Trump.
Haspel, la actual subdirectora de la CIA, también necesitará la confirmación del Senado para ponerse al frente de la agencia, un obstáculo difícil de superar dada su vinculación con las torturas a sospechosos de terrorismo durante la década pasada.
“Si me confirman, proporcionaré al presidente Trump el sobresaliente apoyo de inteligencia que ha conseguido durante su primer año en el poder”, indicó en un comunicado Haspel, que lleva tres décadas en la agencia de espionaje.