San Salvador, 6 mar (EFE).- Los salvadoreños asistieron el domingo a las elecciones con los niveles más bajos de confianza en su joven sistema electoral en los últimos 18 años y un “error humano” en el escrutinio preliminar de los votos por diputados terminó de sepultar la fe de los electores.
El “error” en el escrutinio dejaba fuera del Congreso a varios de los actuales diputados que buscaban la reelección y entre los que se encuentran algunos líderes de los dos principales partidos, mientras que situaba en su lugar a otras personas de su misma formación, sin alterar la cantidad de votos agenciados a cada entidad.
Tras asimilar la derrota del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) ante la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena), los salvadoreños se regodearon en la aparente salida del Congreso de varios políticos tildados de “dinosaurios” o “corruptos” en las redes sociales.
Los datos manejados en un portal del Tribunal Supremo Electoral (TSE) dejaban fuera del Congreso a rostros reconocidos, como el diputado René Portillo Cuadra, de Arena, quien fue candidato a la vicepresidencia en 2014 y criticado por llamar al Ejército a observar el “fraude” con el que su partido perdió la presidencia en 2014.
Otros diputados que buscan la reelección que quedaban marginados del Congreso, al menos hasta la tarde del lunes, eran los diputados Patricia Valdivieso y David Reyes.
La primera es conocida por promover la “castración química” de los abusadores sexuales y juzgar a los niños como adultos y el segundo fue sancionado por el Tribunal de Ética Gubernamental por prestar un vehículo del Congreso a su hermana para unas vacaciones.
Por parte del FMLN quedaban sin escaño excombatientes y políticos de larga data como el diputado Carlos “Diablito” Ruiz y Benito Lara, ministro de Seguridad durante 2015, el año más violento de la historia reciente del país.
Entre los episodios más recordados de su gestión (2014-2016) destaca una masacre de 14 pandilleros en una prisión, sobre la que admitió ante la prensa que el Gobierno tenía información de que se iba a dar como una purga de la mara Barrio 18 y que no evitó.
Miles de internautas alabaron esta “limpieza” en redes sociales en el seno del Congreso, pero la alegría dio paso a la indignación cuando un representante de la empresa encargada del sistema informático anunció en conferencia de prensa que todo fue un “error”.
El sistema electoral salvadoreño permite a los votantes fraccionar su voto, con lo que al votar con un partido le pueden dar su “preferencia” a un candidato de la lista sobre otros, sin importar el orden dado por las formaciones.
“Una pieza de software pequeñita falló a la hora de tomar los nombres de los candidatos y los colocó de una manera desordenada”, señaló Francisco Campos, director comercial de Smartmatic para Centroamérica, quien apuntó que este problema se dio por un “error humano” que “no pudo ser detectado en los simulacros”.
Y cuando el error se corrigió volvieron a encabezar las listas de preferencias y a tener casi con seguridad un hueco en el Órgano Legislativo.
Pese al cambio en las listas de preferencias para los departamentos de San Salvador y La Libertad, los que más diputados tienen asignados, el diputado y excandidato presidencial de Arena Norman Quijano se ha mantenido a la cabeza, situación que algunos internautas ven como irregular.
A estas sospechas se suma el hecho de que el problema fue detectado la mañana del lunes, pero el TSE y la empresa decidieron esperar a la noche para dar a conocer la situación en una conferencia de prensa.
Pese a ser un “error” y no una acción deliberada, según las autoridades, esa línea de programación del software mal puesto ha sembrado la sospecha y sepultado la poca confianza con las que los salvadoreños encararon los novenos comicios celebrados desde el final de la guerra civil en 1992.
Una encuesta de la jesuita Universidad Centroamericana (UCA), divulgada el pasado 14 de febrero, da cuenta de que el 78,4 por ciento de la población tenía “poca o ninguna” confianza en el proceso electoral.
Un “error humano” sepultó la confianza en el sistema electoral salvadoreño
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