Por Alejandro A. Morales
TORONTO. El voluntariado puede ser una opción muy saludable, física y mentalmente, para las personas mayores jubiladas. Es una seria alternativa al alcance de muchos para llevar a cabo esta acción solidaria, y sus beneficios. El hacerse voluntario mantendrá al adulto mayor más activo y evitará el aislamiento social que afecta a muchas personas mayores.
La jubilación provoca sentimientos enfrentados a muchas personas mayores. Por un lado, ha llegado el día en el que no tendrán que seguir un horario, cumplir unos objetivos, madrugar, vivir con estrés… pero, por otro, pueden surgir pensamientos como “ya soy mayor para seguir trabajando”, “la sociedad me deja de lado”, momentos en los que no saber cómo emplear el tiempo libre, y se puede caer en el error de llevar una vida poco organizada, sin motivaciones ni ganas de realizar ninguna actividad que no forme parte de la rutina diaria. Esta actitud de dejadez puede provocar en el adulto mayor una reducción de sus capacidades físicas y mentales, aislamiento y soledad, e incluso desencadenar la aparición de una enfermedad.
Para cualquier persona ser voluntario resulta muy gratificante, porque sabes que con tu labor desinteresada estás ayudando a una o muchas personas que lo necesitan. Quien tiene este espíritu solidario obtiene importantes beneficios, especialmente mentales y emocionales. Pero, para una persona mayor, el voluntariado puede suponer muchas otras ventajas, como:
Mayor actividad: ser voluntario implica comprometerse a realizar una serie de actividades, en unos días concretos y con una duración determinada, lo que supone que la persona debe mantenerse activa, salir de casa, desplazarse, etcétera.
Mejora el estado físico: recientes estudios realizados por varias universidades muestran que las personas mayores que realizan acciones de voluntariado presentan menos posibilidades de perder capacidades físicas, como andar o subir escaleras. Esto se debe a que las labores físicas y la actividad que conllevan sus labores de voluntariado favorecen envejecer de forma más saludable.
Previene enfermedades: el hecho de mantenerse activo también reduce las posibilidades de padecer patologías metabólicas como la diabetes, la hipertensión o la hipercolesterolemia, mientras que mejora la salud mental y el estado anímico.
Evita la soledad: ser voluntario conlleva conocer a otras personas, tanto de la entidad en la que se colabora, como a aquellos a los que se ayuda. Es posible que sea necesario viajar, realizar actividades poco comunes en la rutina diaria, y establecer contacto con individuos muy diferentes. Para una persona mayor esto resulta muy positivo, porque evita el aislamiento social.
Abre la mente: las funciones que se realizan durante el voluntariado suelen ser muy diferentes a las que la persona llevaba a cabo en su trabajo. Son acciones solidarias, de ayuda, de apoyo, dirigidas a personas de diferente entorno social y edad, personas con discapacidad, en situación de pobreza, etcétera. Esto permite ver la vida desde otra perspectiva, lo que siempre resulta positivo.
Recibe ayuda también: si el voluntariado se realiza en una asociación de pacientes porque el voluntario padece la patología que representa la asociación, además de ayudar a los demás, se estará ayudando a sí mismo, porque estar en contacto con otras personas en su misma situación, que han superado problemas similares, y recibir información de forma tan cercana, resulta muy beneficioso para su salud física y mental.
El voluntariado puede ser una opción muy saludable, física y mentalmente, para las personas mayores jubiladas. Te explicamos las alternativas a tu alcance para llevar a cabo esta acción solidaria, y sus beneficios.
Sus requisitos básicos son los siguientes:
Existe un amplio abanico de opciones donde una persona mayor puede realizar acciones de voluntariado, desde municipalidades hasta colegios, hospitales, asociacione. Sin embargo, no todo el mundo está capacitado para realizar las funciones que se necesitan cubrir en dichas entidades. De hecho, la persona mayor se puede encontrar con procesos de selección de voluntarios porque, en ocasiones, no sólo cuenta la intención, sino que el trabajo que se va a realizar sea apto para el voluntario, ya que de nada sirve querer ayudar si no se tienen el conocimiento o la capacidad concreta para hacerlo.
Aunque depende de la entidad donde se solicite ayudar de forma voluntaria, estos son algunos aspectos que podrán tener en cuenta para contar con un adulto mayor como voluntario:
Si está capacitado física o mentalmente.
Si su experiencia laboral está relacionada con las funciones que realizaría en la entidad.
Qué disponibilidad presenta para acudir a un sitio concreto, viajar, cumplir un horario, desplazarse, etcétera.
El interés que muestra y la empatía que siente hacia las personas que vas a ayudar.
Si anteriormente has realizado alguna acción de voluntariado.
Sus conocimientos sobre el área que cubre la ONG, la asociación, la entidad e, incluso, si habla diferentes idiomas, o maneja programas informáticos.
Fuente: Marina García, Periodista, experta en salud y tercera edad