Por Raúl A. Pinto
Cuando las negociaciones por el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica NAFTA avanzan a un ritmo muy lento, esta semana los avances no han sido los esperados. Se culpa de esto, a las gestiones de los delegados de Estados Unidos.
La ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, comentó a la prensa este lunes que los asuntos relacionados con este tratado entre ambos países están “bastante separados”, específicamente los precios que el Presidente de Estados Unidos Donald Trump pretende fijar para la venta de acero y aluminio.
Esta semana Trump dijo que Canadá y México podrían estar exentos de sus aranceles amenazados, siempre y cuando aceptaran una nueva versión “justa” del NAFTA.
Esta advertencia se coló cuando otra ronda de conversaciones sobre el TLCAN concluía sin mayores avances. Mientras que Freeland dijo que los negociadores estaban “comenzando a progresar”, su homólogo estadounidense, el representante comercial de Estados Unidos Robert Lighthizer, dijo que las conversaciones en Ciudad de México no había cumplido con sus expectativas y advirtió sobre problemas futuros.
Las buenas noticias para Canadá desde Washington vinieron al filtrarse información sobre el hecho que su posición sobre estos precios estaba siendo impulsada no solo por sus representantes, sino también por miembros del propio partido de Trump. Al ofrecer críticas inusualmente agudas al presidente, el Senado y los republicanos de la Cámara lo instaron a no seguir adelante con su plan de aplicar los aranceles a todos los países.
Por otra parte, en una llamada telefónica con Trump el lunes por la noche, el primer ministro Justin Trudeau le hizo saber ” su seria preocupación” sobre los planes tarifarios e hizo énfasis en que estos aranceles” no serían útiles para llegar a un acuerdo sobre el NAFTA.”
Lighthizer, como lo informamos la semana pasada ha expresado su frustración con Canadá incluso más que con México, que inicialmente se pensó era el blanco de la ira de la administración. El lunes, dejó entrever una posibilidad que ya era pronosticada por expertos, y planteada por Trump en el pasado: hacer tratos por separado con Canadá y México en caso que no se pueda preservar el pacto que estos países han sostenido desde hace ya 24 años.
Freeland, por el contrario, repitió la preferencia unificadora de Canadá. Reiteró su declaración de la semana pasada sobre los aranceles, calificándolos de “absolutamente inaceptables” y prometiendo que Canadá tomaría “medidas apropiadas de respuesta” si no están protegidos.