“La causa fundamental del sobrepeso y de la obesidad es un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas”, subraya la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esta entidad expone que, a nivel global, se ha dado un aumento en la ingesta de alimentos de alto contenido calórico, que son ricos en grasa. A la vez, se ha producido un descenso en la actividad física debido a la naturaleza cada vez más sedentaria de muchas formas de trabajo, a los nuevos modos de transporte y a la creciente urbanización.
Para mantener un peso saludable, es necesario lograr un equilibrio entre las calorías que consumimos y la actividad física que realizamos. Pero nuestro cuerpo también quema calorías para mantener las funciones vitales.
TASA METABÓLICA BASAL.
Los especialistas del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés) explican que el metabolismo engloba todos los procesos químicos que tienen lugar en el organismo para que nuestros órganos funcionen con normalidad y, en definitiva, para mantenernos vivos.
De este modo, podemos respirar, funcionan los procesos de reparación celular o digerimos los alimentos, entre otras muchas funciones. “Estos procesos químicos requieren energía. La cantidad mínima de energía que el cuerpo necesita para llevarlos a cabo se denomina tasa metabólica basal”, detallan.
“La energía también se quema cuando estamos en reposo: para respirar, para mantener la temperatura corporal, para impulsar el latido del corazón o para realizar funciones cerebrales básicas”, comenta, asimismo, Gonzalo Peñaranda, director general de Aora Health, una empresa dedicada al diseño y fabricación de complementos alimenticios.
Este gasto energético en reposo “supone entre el 50% y el 70% del total de calorías quemadas en un día y nos viene dado de manera genética”, añade.
Los expertos del NHS señalan que la corpulencia, la edad, el género y los genes influyen en la velocidad del metabolismo.
“Se necesita más energía para mantener las células musculares que las grasas, por lo tanto, las personas con más músculo suelen tener un metabolismo más rápido”, precisan.
Así, aclaran que el metabolismo puede estar parcialmente determinado por los genes, aunque estos mecanismos todavía no se conocen con exactitud.
“Definitivamente, los genes juegan un papel, tanto en el tamaño de los músculos como en la capacidad para desarrollarlos y las dos cosas influyen en el metabolismo”, aseguran.
En este sentido, expresan que los hombres suelen tener un metabolismo más rápido pues tienen más masa muscular, un esqueleto más pesado y menos grasa corporal que las mujeres.
Del mismo modo, indican que, a medida que envejecemos, tendemos a ganar grasa y a perder músculo. Esto explica por qué el metabolismo puede ralentizarse cuando vamos cumpliendo años.
Es habitual culpar a un metabolismo lento de la dificultad para perder peso pero, según indican desde el NHS, hay escasas evidencias científicas que respalden esta afirmación.
“De hecho, las investigaciones muestran que las personas con sobrepeso tienen metabolismos más rápidos que personas más delgadas, puesto que los cuerpos más grandes necesitan más energía para realizar las funciones vitales básicas”, apuntan.
Además, afirman que la gente suele comer más de lo que dice. “Según indican los estudios, cuando se le pide a alguien que escriba todo lo que ha comido, tiende a reflejar mucho menos de lo que realmente ha ingerido”, comentan.
EJERCICIO: MODERADO Y HABITUAL.
Así, los especialistas del NHS manifiestan que, por lo general, lo que nos hace ganar peso no es un metabolismo lento sino consumir más calorías de las que quemamos.
Si el metabolismo basal supone entre el 50% y el 70% de las calorías que quemamos cada día, el resto se corresponde con las actividades cotidianas y con el ejercicio físico, algo sobre lo que podemos tener más control.
La guía “Control de peso de forma saludable”, editada por la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid (España), indica que el ejercicio físico es de vital importancia en el tratamiento del sobrepeso y de la obesidad.
“En la mayoría de las personas la dieta sola consigue escasos beneficios a la larga si no va acompañada de un ejercicio físico moderado y constante, que deberá mantenerse para el posterior mantenimiento del peso”, destaca este documento.
“El ejercicio más aconsejable en la práctica es el moderado y habitual, mejor que el intenso y esporádico porque este último quema sobre todo glucógeno y no ayuda a quemar grasa. Además, es menos saludable para personas poco entrenadas. Por otra parte, en individuos con exceso de peso conviene hacer ejercicio suave y gradual, especialmente en las primeras semanas, para evitar lesiones”, expone.
De igual modo, los especialistas del Colegio Americano de Medicina del Deporte señalan que practicar ejercicio de manera regular y llevar una alimentación saludable nos ayuda a reducir la grasa corporal y a protegernos contra las enfermedades crónicas asociadas a la obesidad.
Esta entidad recalca que el ejercicio, entre otros beneficios, ayuda a controlar el peso.
“El ejercicio quema calorías y cuanto más ejercicio se practique, más fácil será mantener el peso bajo control. Pero hacer ejercicio no es un salvoconducto para comer todo lo que se nos antoje”, advierte.
De hecho, indica que, para quemar 100 calorías, la mayoría de las personas tienen que caminar o correr aproximadamente una milla, es decir, algo más de un kilómetro y medio. Por lo tanto, recomiendan asegurarse de que no estamos sobreestimando la cantidad de calorías que quemamos con la práctica de ejercicio físico.